miércoles, 6 de noviembre de 2013

No queda ninguna duda: el multitudinario homenaje al mártir Pedro César García Moreno, fue un NO rotundo al proyecto de La Colosa.

Por Héctor Alfonso Torres Rojas 
Sociólogo

Ayer, lunes 4 de noviembre, se llevaron a cabo las exequias, en tres momentos, luego de la velación en el auditorio de la Alcaldía, que permanecía cuasi lleno. Unas 35 coronas y ramos, de familias, sectores sociales y organizaciones, rodeaban el féretro.

Hacia la una de la tarde, bajo la lluvia, se organizó un desfile con el féretro, al corregimiento de Anaime, donde se expresaron oraciones y palabras de solidaridad, en el Parque principal. A las tres de la tarde, la misa en la Iglesia de Cajamarca, totalmente llena, a reventar. Varias personas expresaron sus sentimientos.  Al terminar el acto religioso, en el atrio, una serenata de mariachis. Luego, lenta procesión al cementerio, bajo la lluvia. A lo largo del recorrido, unos dos kilómetros, sus amistades quisieron cargar con manos de trabajadores, el féretro. De todas las casas, por puertas y ventanas, salían personas. Motos y carros pitaban el dolor. A la entrada del cementerio, en la vía hacia Anaime, unas trescientas personas venidas del corregimiento, esperaban. El cadáver fue despedido en el cementerio, por unas mil quinientas personas, y depositado en la tumba con otra serenata de mariachis y un sostenido y largo aplauso.

No queda ninguna duda: el multitudinario homenaje al mártir Pedro César García Moreno,  fue un NO rotundo al proyecto de La Colosa.

Sobra decir, que en los diferentes momentos se expresaban palabras de dolor desgarrado.  Inagotables fueron los sollozos y las lágrimas de cólera y de rabia en personas de la tercera edad, adultos, hombres y mujeres, de parte de jóvenes, niñas y niños. Abundaron las expresiones de reconocimiento y de elogio hacia Pedro César por su liderazgo en la Acción Comunal y por su tajante rechazo al proyecto de La Colosa, porque como campesino nacido de las entrañas de la tierra y apegado  a su territorio, sabía y entendía muy bien la destrucción de cientos kilómetros de montañas que hará Anglogold Ashanti (AGA). La masacre de la fauna que se mueve en la capa vegetal. La huida y el éxodo  si no la muerte de la fauna silvestre, ya sin hábitat. La aniquilación de la flora. La sequía absoluta de los nacederos y de las fuentes de agua. El acabose de los paisajes. El final de la agricultura y el cuasi cierre de “La despensa agrícola del país”. La transformación de las verdes cordilleras en desiertos. Amén de los desastres sociales para la población, no sólo de Cajamarca sino de municipios como Piedras y otros que está escogiendo AGA, abundantes en agua, en la región-centro de Tolima, para lavar la roca molida, y dejar ahí montañas de deshechos, infectados con minerales mortales.

Y todo ello, con el consentimiento y el visto bueno del Gobierno, del Procurador y de las autoridades ambientales nacionales, desconociendo la Constitución y la legislación.

No hay megaminería sostenible y amigable con 
el medio ambiente, en ninguna parte del Planeta. Sólo minería salvaje e inhumana. Sólo daños irreparables a corto, mediano  y largo plazo para las poblaciones y las regiones. Sólo superganacias para las multinacionales. Las consecuencias de los minerales con los cuales se va a lavar la roca molida para extraer el oro, perdurarán más de un siglo, es decir, por lo menos tres generaciones, luego de las actuales, en diferentes sitios de la meseta de Ibagué. Plantas, animales y humanos beberán aguas contaminadas por esos metales, que arrastrarán las lluvias y los aguaceros, lenta pero con toda seguridad, a otras zonas y regiones.

Todo eso lo sabía Pedro César y lo explicaba y repetía a sus amistades, más allá del municipio. ¿Por eso lo asesinaron? No lo sé. A la justicia le corresponde investigar. Pero para diferentes líderes y personas con las cuales dialogué a lo largo de la tarde, esa fue la razón de su asesinato, es decir, la defensa del medio ambiente y su oposición a la gran minería a cielo abierto.

Algunas frases muy significativas que apunté en esos diálogos: “César hacía una lucha limpia pero le jugaron sucio”. “César, el líder más popular”.  “Nos confrontamos con nuestra humilde posición ante enormes poderes”. “Primer grano de maíz de la mazorca que se desgrana”. “Queremos subsistir y por eso decimos NO a la megaminería a cielo abierto”.

Aunque el momento no era propicio, dialogué con la esposa Mary Luz y su hijita Érika Natalia, de unos 9 años.

Así aconteció el abominable crimen. Pedro César y su hijita iban en una mula. Detrás, en otra mula, muy cerca, Mary Luz. El padre bajó a la hija de la mula y le pidió que con una piedra alejara un potro que estaba cerca. La niña recogió la piedra, cuando de pronto se oyó el disparo de escopeta. La niña alcanzó a ver pero no a distinguir al asesino, de medio lado con la escopeta al hombro. Cuando se alejaba, le gritó: “Cobarde, por qué mata a mi papa”,  y le arrojó la piedra. La esposa entendió lo que pasaba cuando vio que su esposo caía del animal. Cuando quiso auxiliarlo, ya su rostro estaba inundado de sangre y sin signos de vida.

El asesino, obviamente, les estaba haciendo seguimiento. Escondido detrás de un matorral, sabía que por ahí pasaba Pedro César. Salió de su escondite y desde un barranco le disparó, a unos cuatro metros. El tiro fue mortal.

Hoy,  martes cinco de noviembre, habrá otro multitudinario funeral. El del conductor del jeep en que viajaba la comisión del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), el viernes 25 de octubre. Conductor muy conocido porque iba y venía por diferentes veredas, transportando personas, frutos de la tierra y mercados. José Antonio Ramírez Patiño es más recordado por su apodo cariñoso, “El Boyaco”, que por su nombre. Alguien arrojó fuego al jeep, cuando se desplazaba de Anaime hacia la zona de Potosí, entre seis y siete de la mañana. La autoridad no ha entregado el informe de reconstrucción de los hechos. El conductor sufrió quemaduras de gravedad, en el 65% de su cuerpo. Se debatía entre la vida y la muerte. Murió el domingo. Era conductor de un jeep de la empresa Cootracaime, de Cajamarca. .  Una funcionaria del IGAC también sufrió que maduras menos graves.

¿Por qué dos crímenes en tan corto plazo? Varias personas respondieron: Se busca militarizar la zona, para que AGA pueda circular, con toda libertad, por fincas y potreros.


Ningún campesino puede entrar a la propiedad de AGA, pero AGA sí puede entrar, cuando quiera, a las fincas de los campesinos.

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