Por Héctor Alfonso Torres Rojas
Sociólogo
Ayer, lunes
4 de noviembre, se llevaron a cabo las exequias, en tres momentos, luego de la velación
en el auditorio de la Alcaldía, que permanecía cuasi lleno. Unas 35 coronas y
ramos, de familias, sectores sociales y organizaciones, rodeaban el féretro.
Hacia la una
de la tarde, bajo la lluvia, se organizó un desfile con el féretro, al
corregimiento de Anaime, donde se expresaron oraciones y palabras de
solidaridad, en el Parque principal. A las tres de la tarde, la misa en la
Iglesia de Cajamarca, totalmente llena, a reventar. Varias personas expresaron
sus sentimientos. Al terminar el acto religioso,
en el atrio, una serenata de mariachis. Luego, lenta procesión al cementerio,
bajo la lluvia. A lo largo del recorrido, unos dos kilómetros, sus amistades
quisieron cargar con manos de trabajadores, el féretro. De todas las casas, por
puertas y ventanas, salían personas. Motos y carros pitaban el dolor. A la
entrada del cementerio, en la vía hacia Anaime, unas trescientas personas
venidas del corregimiento, esperaban. El cadáver fue despedido en el
cementerio, por unas mil quinientas personas, y depositado en la tumba con otra
serenata de mariachis y un sostenido y largo aplauso.
No queda ninguna duda:
el multitudinario homenaje al mártir Pedro César García Moreno, fue un NO rotundo al proyecto de La Colosa.
Sobra decir,
que en los diferentes momentos se expresaban palabras de dolor desgarrado. Inagotables fueron los sollozos y las lágrimas
de cólera y de rabia en personas de la tercera edad, adultos, hombres y
mujeres, de parte de jóvenes, niñas y niños. Abundaron las expresiones de
reconocimiento y de elogio hacia Pedro César por su liderazgo en la Acción
Comunal y por su
tajante rechazo al proyecto de La Colosa, porque como campesino
nacido de las entrañas de la tierra y apegado
a su territorio, sabía y entendía muy bien la destrucción de cientos
kilómetros de montañas que hará Anglogold Ashanti (AGA). La masacre de la fauna
que se mueve en la capa vegetal. La huida y el éxodo si no la muerte de la fauna silvestre, ya sin
hábitat. La aniquilación de la flora. La sequía absoluta de los nacederos y de
las fuentes de agua. El acabose de los paisajes. El final de la agricultura y
el cuasi cierre de “La despensa agrícola del país”. La transformación de las
verdes cordilleras en desiertos. Amén de los desastres sociales para la
población, no sólo de Cajamarca sino de municipios como Piedras y otros que
está escogiendo AGA, abundantes en agua, en la región-centro de Tolima, para
lavar la roca molida, y dejar ahí montañas de deshechos, infectados con
minerales mortales.
Y todo ello, con el
consentimiento y el visto bueno del Gobierno, del Procurador y de las
autoridades ambientales nacionales, desconociendo la Constitución y la
legislación.
No hay megaminería
sostenible y amigable con
el medio ambiente, en ninguna parte del Planeta. Sólo
minería salvaje e inhumana. Sólo daños irreparables a corto, mediano y largo plazo para las poblaciones y las
regiones. Sólo superganacias para las multinacionales. Las consecuencias de los
minerales con los cuales se va a lavar la roca molida para extraer el oro,
perdurarán más de un siglo, es decir, por lo menos tres generaciones, luego de
las actuales, en diferentes sitios de la meseta de Ibagué. Plantas, animales y
humanos beberán aguas contaminadas por esos metales, que arrastrarán las
lluvias y los aguaceros, lenta pero con toda seguridad, a otras zonas y
regiones.
Todo eso lo
sabía Pedro César y lo explicaba y repetía a sus amistades, más allá del
municipio. ¿Por eso lo asesinaron? No lo sé. A la justicia le corresponde
investigar. Pero para diferentes líderes y personas con las cuales dialogué a
lo largo de la tarde, esa fue la razón de su asesinato, es decir, la defensa
del medio ambiente y su oposición a la gran minería a cielo abierto.
Algunas
frases muy significativas que apunté en esos diálogos: “César
hacía una lucha limpia pero le jugaron sucio”. “César, el líder más
popular”. “Nos confrontamos con nuestra
humilde posición ante enormes poderes”. “Primer grano de maíz de la mazorca que
se desgrana”. “Queremos subsistir y por eso decimos NO a la megaminería a cielo
abierto”.
Aunque el
momento no era propicio, dialogué con la esposa Mary Luz y su hijita Érika
Natalia, de unos 9 años.
Así
aconteció el abominable crimen. Pedro César y su hijita iban en una mula.
Detrás, en otra mula, muy cerca, Mary Luz. El padre bajó a la hija de la mula y
le pidió que con una piedra alejara un potro que estaba cerca. La niña recogió
la piedra, cuando de pronto se oyó el disparo de escopeta. La niña alcanzó a
ver pero no a distinguir al asesino, de medio lado con la escopeta al hombro.
Cuando se alejaba, le gritó: “Cobarde, por
qué mata a mi papa”, y le
arrojó la piedra. La esposa entendió lo que pasaba cuando vio que su esposo
caía del animal. Cuando quiso auxiliarlo, ya su rostro estaba inundado de
sangre y sin signos de vida.
El asesino,
obviamente, les estaba haciendo seguimiento. Escondido detrás de un matorral,
sabía que por ahí pasaba Pedro César. Salió de su escondite y desde un barranco
le disparó, a unos cuatro metros. El tiro fue mortal.
Hoy, martes cinco de noviembre, habrá otro multitudinario
funeral. El del conductor del jeep en que viajaba la comisión del Instituto
Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), el viernes 25 de octubre. Conductor muy conocido porque iba y
venía por diferentes veredas, transportando personas, frutos de la tierra y
mercados. José
Antonio Ramírez Patiño es más recordado por su apodo cariñoso, “El
Boyaco”, que por su nombre. Alguien arrojó fuego al jeep, cuando se desplazaba
de Anaime hacia la zona de Potosí, entre seis y siete de la mañana. La
autoridad no ha entregado el informe de reconstrucción de los hechos. El
conductor sufrió quemaduras de gravedad, en el 65% de su cuerpo. Se debatía
entre la vida y la muerte. Murió el domingo. Era conductor de un jeep de la
empresa Cootracaime, de Cajamarca. . Una
funcionaria del IGAC también sufrió que maduras menos graves.
¿Por qué dos crímenes
en tan corto plazo?
Varias personas respondieron: Se busca militarizar la zona, para que AGA pueda
circular, con toda libertad, por fincas y potreros.
Ningún
campesino puede entrar a la propiedad de AGA, pero AGA sí puede entrar, cuando
quiera, a las fincas de los campesinos.
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