PERIÓDICO EL NUEVO DÍA
PUBLICADO POR JOSÉ VICTOR SÁNCHEZ RIVERO
DICIEMBRE 19, 2012
Hace como treinta años circuló en la Universidad del Tolima un boletín en papel amarillo cuyo nombre era una alerta temprana desl desastre ambiental que viviría la humanidad: "SOS Ecológico", publicación dirigida por el profesor Gonzalo Palomino.
Allí nos enteramos de las amenazas de la paladraga de Ataco sobre el río Saldaña y de las afectaciones que tendría ese proyecto de explotación de oro con sus implicaciones para la producción agropecuaria del Sur del Tolima.
Lamentablemente, esas voces no fueron escuchadas.
Ahora las organizaciones ambientales llaman la atención sobre la explotación minera en Cajamarca y en cerca del 70 por ciento de todo el territorio tolimense, el cual se encuentra bajo títulos y solicitudes mineras.
Un modelo extractivo que en la práctica arrasará la producción de alimentos, generará contaminación y desplazamientos de las comunidades rurales, con nuevos conflictos y más violencia.
El problema ya está pasando de la cordillera al llano. En las últimas semanas la comunidad de Doima, corregimiento de Piedras, levantó su voz de protesta porque su patrimonio ecológico y turístico está en riesgo, ante los “inciertos propósitos” de la multinacional Anglogold Ashanti.
La multinacional desconoce de esta manera la normatividad ambiental, la opinión de los habitantes, la vocación agropecuaria del Municipio y el derecho de las gentes a decidir sobre el uso del suelo de su territorio.
Por fortuna existe y se evidencia una cultura creciente de sensibilidad ambiental, especialmente en las autoridades locales, profesionales, educadores, jóvenes y comunidad en general.
Ciudadanos que están tomando acciones para proteger su territorio y garantizar el derecho a un ambiente sano para las presentes y futuras generaciones.
No es un capricho de ambientalistas radicales. Existen experiencias y estudios sustentados científicamente, en varios países, que demuestran que este tipo de explotaciones no traen los beneficios que anuncian, sino ruina y desolación, tanto al medio natural como a la población.
Véase el caso de Ghana en África o de la Jagua de Ibirico en el Cesar (Colombia).
Esa es la conclusión a la que llegamos quienes, desde el mes de septiembre, asistimos a las conferencias que un destacado grupo de académicos e investigadores brindaron en la biblioteca Darío Echandía, con el apoyo del Banco de la República.
Las comunidades de Doima (Piedras), Ataco, Líbano, Cajamarca y otros tantos municipios tolimenses, donde se han otorgado títulos mineros, tienen derecho a reclamar, conocer la verdad , estar informados sobre las implicaciones y las consecuencias catastróficas, a corto y largo plazo de estos proyectos extractivos y rechazar la publicidad que anuncia la redención y el futuro desarrollo africanizado que proponen la Anglogold y demás multinacionales de la mano del Gobierno nacional, a quienes solo les falta anunciar que el agua cianurada es buena para la salud, que la dinamita de las explosiones va mejorar el suelo e incrementar la producción agrícola y que vendrán grandes masas de turistas a extasiarse con el “ hermoso paisaje” que dejarán sus explotaciones mineras.
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