Mario Alejandro Valencia
10 de mayo de 2013
El 16 de abril de 2013, María Constanza García, Directora de la Agencia Nacional de Minería, la máxima autoridad minera del país, reconoció lo que durante años diversos sectores académicos y políticos venían denunciando: en Colombia no existe forma de saber cuántos minerales se extraen, porque no hay control estatal. En palabras de la funcionaria, “no tenemos forma de saber exactamente cuánto se extrae. Por constitución se establece que son ellos [las empresas] los que están
obligados a declarar lo que se extrae”. Agregó la directora que el gobierno está “buscando mejorar los mecanismos para no tener que someternos solamente a creer lo que dicen estas empresas, porque fe solamente en Dios”.
Con esta afirmación, quedó evidenciado que una buena parte de las riquezas naturales de los colombianos están por fuera de la vigilancia y la fiscalización del Estado. Esto significa que el país podría no estar percibiendo una buena parte de la renta que producen -una sola vez- los recursos naturales no renovables.
Dos días después, la revista Dinero publicó otra realidad que afecta los intereses de las mayorías nacionales: a pesar de los importantes recursos de inversión extranjera que ingresan a la economía “Colombia le pagó al mundo más de lo que el mundo le pagó a Colombia”, generando un déficit en Cuenta Corriente que para 2012 alcanzó los 11.415 millones de dólares, 50.970 millones de déficit en
la última década, es decir, el equivalente al 63% de la deuda externa. ¿Se necesitan más pruebas del fracaso de las relaciones económicas internacionales del país?.
En medio de este escenario de Confianza Inversionista, grandes compañías del sector mineroenergético han encontrado en Colombia una especie de paraíso para desarrollar sus actividades, bajo condiciones que no encontrarían en ningún otro lugar del planeta. La felicidad no es para menos. El 13 de septiembre de 2011 en Tokio, el presidente Juan Manuel Santos afirmó en un discurso: “queremos es ofrecer un país donde los inversionistas se sientan como en su casa. Porque tenemos la filosofía de que si a los inversionistas le va bien, al país le va bien”.
Este documento no tiene como propósito desconocer la capacidad técnica y la destreza empresarial de Pacific Rubiales Energy. Es solo un estudio de caso que intenta mostrar cómo las empresas extranjeras que operan en Colombia, logran obtener considerables beneficios económicos sobre la base de un Estado condescendiente con el capital extranjero. Una parte importante de las ganancias obtenidas por estas compañías, como por ejemplo las producidas a través de mecanismos de especulación financiera, no le generan ninguna ganancia al país. Este es el caso de Pacific Rubiales.
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