Los indicadores económicos de 2011 hablan del crecimiento extraordinario del sector de minas e hidrocarburos. Reflejan la actividad de las firmas multinacionales para desvalijar los recursos naturales de Colombia, en connivencia con las autoridades de los gobiernos de Uribe y el actual, de Santos, que han montado operaciones extractivas a gran escala con el más bajo costo marginal y ridículas regalías. Se extrae carbón sin infraestructura portuaria y se explota petróleo sin oleoductos completos ni transporte adecuado, hay que sacar como sea. A esto se llama “inversión extranjera”.
Un ejemplo indignante, y violatorio de mínimas normas, es la exportación de carbón por vía marítima en la bahía entre Santa Marta y Ciénaga. Tres empresas, Drummond, ValeCoal y Glencore, articularon un sistema que, basado en lo que la primera de ellas define como “puerto de aguas profundas, Puerto Drummond, en el mar Caribe, cerca de Santa Marta”; moviliza el mineral desde las minas en el Cesar en trenes de 100 vagones de 40 toneladas cada uno en un tramo de 120 km entre edificaciones de áreas urbanas y a toda hora, de donde se traspasa a unas barcazas que se descargan en mar abierto a buques de todo tamaño.
¿Desde cuándo existe en aguas territoriales colombianas un “puerto de aguas profundas”, denominado Puerto Drummond? ¿Cuándo se otorgó dicha concesión y con qué contraprestación? ¿Qué autoridad ambiental permite ese sistema que funciona a todo vapor y que exporta más de 40 millones de toneladas anuales? ¿Cuándo se agote el recurso desaparecerá de nuestro mapa -si es que existe- Puerto Drummond?
Un ejemplo indignante, y violatorio de mínimas normas, es la exportación de carbón por vía marítima en la bahía entre Santa Marta y Ciénaga. Tres empresas, Drummond, ValeCoal y Glencore, articularon un sistema que, basado en lo que la primera de ellas define como “puerto de aguas profundas, Puerto Drummond, en el mar Caribe, cerca de Santa Marta”; moviliza el mineral desde las minas en el Cesar en trenes de 100 vagones de 40 toneladas cada uno en un tramo de 120 km entre edificaciones de áreas urbanas y a toda hora, de donde se traspasa a unas barcazas que se descargan en mar abierto a buques de todo tamaño.
¿Desde cuándo existe en aguas territoriales colombianas un “puerto de aguas profundas”, denominado Puerto Drummond? ¿Cuándo se otorgó dicha concesión y con qué contraprestación? ¿Qué autoridad ambiental permite ese sistema que funciona a todo vapor y que exporta más de 40 millones de toneladas anuales? ¿Cuándo se agote el recurso desaparecerá de nuestro mapa -si es que existe- Puerto Drummond?
Es deplorable que la opinión nacional se acostumbre a tal estado de ignominia y que la conciencia colectiva se acondicione a aceptarlo. La academia, a contramano, debe intervenir con nuevos marcos de análisis para orientar la tarea indispensable de esclarecer los costos reales frente a los coyunturales beneficios de estos latrocinios que ya tienen mal conocidos antecedentes en otras latitudes.
En: ACIN
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