lunes, 4 de febrero de 2013

'Si no cuidamos los páramos, el país se va al suelo'

Brigitte Baptiste cuenta en qué va la delimitación de páramos, dice que el río Magdalena está al borde de un colapso ambiental y explica su desacuerdo con la construcción de hoteles en áreas protegidas.

13 DE ENERO 2013
Por: Angélica María Cuevas G.
El 2013 será un año de debates ambientales determinantes para el país: la esperada delimitación de los páramos (que dejaría por fuera varios proyectos de extracción de recursos naturales) surtirá primeras decisiones, se definirá el rumbo de los proyectos turísticos dentro de áreas protegidas y con la futura expansión del Parque Nacional Chiribiquete crecerán las zonas de reserva natural que hoy reúnen el 11,2% del territorio nacional y que el Gobierno espera extender hasta el 17%.
Sobre estos temas, los conceptos y recomendaciones que se emitan desde el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt guiarán, en parte, las decisiones de los gobernantes. Su directora, Brigitte Baptiste, se refiere a los casos y al déficit de áreas acuáticas protegidas sumado al declive ambiental del río Magdalena y explica su desacuerdo con que se levanten hoteles dentro de las reservas.
¿Por qué defiende que en los Parques Nacionales no existan hoteles?
En el caso del Parque Tayrona, que es una joya mundial, construir infraestructura hotelera va en contra del principio que atrae a los turistas: acercarse a bahías conservadas y no intervenidas con edificios, ver un paisaje muy silvestre con dinámicas únicas de las que se puede aprender. Porque el turismo dentro de una reserva siempre debe ser educativo; algo que se olvida, por eso se concentran en la playa y en abrir la botella de aguardiente.
¿Qué hacer con el alojamiento?
Esa zona tiene todo para desarrollar industria hotelera por fuera del parque, para que se autorice su visita sólo durante el día y que la gente duerma afuera. Es lo que ocurre en lugares como Guatemala, que vive del turismo arqueológico. Que el turista pase la noche dentro de una reserva como ésta genera dinámicas que ponen en riesgo la salud de los ecosistemas.

¿Quedó conforme con la delimitación del Parque Santurbán en Santander?
Fue el resultado de procesos de concertación que no deben dilatarse indefinidamente, porque de lo contrario se gestan más conflictos. Celebro que el ministro de Ambiente, Juan Gabriel Uribe, haya tomado al toro por los cuernos cuando dijo “de aquí salimos con un parque”.
¿Entonces sí es un triunfo?
Las áreas protegidas son componentes del desarrollo y Colombia necesita un sistema que le garantice la prestación de servicios ecosistémicos. No es que la comunidad internacional pida una reserva o que el paisaje sea muy bonito; se necesita esa área para afrontar el cambio climático. Hay que proteger el páramo, porque si no la regulación hidrológica del país se va al suelo. No podemos darnos el lujo de arriesgar el futuro del agua de los próximos 100 años.
Si debe interesarnos tanto el futuro del agua, ¿por qué el país no ha declarado hasta ahora ningún tramo de río como reserva?
Eso es inconcebible, sabiendo que el país es centro de diversidad acuática y teniendo en cuenta que el Magdalena está al límite del colapso, que su capacidad de sanarse por sí solo (resiliencia) ya no funciona bien. Necesitamos que un 10 o un 20% de los afluentes de primer grado del Magdalena sean declarados áreas protegidas para que su buen estado ayude a la salud del río.
¿Qué le pasa al Magdalena?
Está mal herido, contaminado por el mercurio de la minería y por los problemas que le entregan ríos como el Bogotá. El mal manejo de sus orillas, la sedimentación, la tala y la deforestación andina han acabado con la regulación de su cauce, lo que dificulta que los ecosistemas que lo bordean se adapten a estos cambios.
Volviendo a los páramos: en el Minambiente siguen utilizando el mapa de páramos a escala 1:250.000, aunque desde hace seis meses se sabe que el Humboldt le entregó uno más detallado (escala 1:100.000).
El plan de desarrollo exige una delimitación a escala 1:25.000 que es una delimitación muy exigente, costosa y complicada. La escala 1:100.000 que entregamos es un insumo técnico intermedio que el Ministerio le dio a las corporaciones autónomas regionales (CAR) para que hagan la delimitación final a 1:25.000, proceso que el Humboldt viene apoyando. El Ministerio prefiere tener listos los mapas con el formato exigido para tomar todas las decisiones a partir de él.
¿Está cerca de conocerse esa delimitación final?
Este año seguramente se van a hacer los primeros actos administrativos de delimitación. El Ministerio está afinando los protocolos. Con este tema se requiere prudencia, pues la delimitación va a tener impactos grandes en las actividades económicas de alta montaña. Sin duda, la delimitación de un páramo es mucho más complicada que la de un área protegida; con los páramos no son las concertaciones políticas y sociales las que de marcan las áreas, sino la naturaleza. Un páramo es un páramo y punto, así exista o no minería.
¿La delimitación se ha hecho tan rápido como se ha podido?
Sí. Se ha hecho un esfuerzo para tener un equipo permanente en este proceso. Para los próximos dos años, el Fondo de Adaptación nos va a aportar $30.000 millones para completar la tarea en todo el país. La mayor dificultad para avanzar siempre fueron los recursos.

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